Durante la década de los 60’, el cine latinoamericano se comprometió con los distintos proyectos regionales de cambios sociales y políticos, encontrado en ellos una motivación estética que se plasmó en el llamado “Nuevo Cine Latinoamericano”. Este movimiento indagó en las problemáticas sociales, legándonos películas que hablaron de sus realidades desde la transparencia y el realismo.
En este contexto, Valparaíso fue escenario de una de las obras principales del catálogo esencial que permite comprender este movimiento. “Valparaíso, mi Amor”, estrenada en 1970 y dirigida por Aldo Francia, capta una belleza distinta de la ciudad puerto, con una geografía y particularidades resaltan en cualquier obra que la ocupe como locación.
Basada en hechos reales, la película retrata las desventuras de cuatro hermanos de (6 a 14 años) por las calles de la ciudad. Sin mayores motivaciones que recibir algo de dinero bajo la circunstancia que el momento disponga, enfrentan la pobreza y la vulnerabilidad ante la sorpresiva condena a prisión de su padre, sumada a la desconexión emocional con su madrastra.
Uno de los valores fundamentales es la manera en que combina aspectos del lenguaje del cine documental con un argumento proveniente de la ficción. Esto se puede ver en la utilización de recursos específicos, por ejemplo, preferir actores no profesionales locales, otorgando mayor realismo en las interpretaciones; además de filmar casi completamente en las calles del puerto.
La forma de describir las situaciones, siempre de la mano de una cámara observacional, bajo la mirada del director de fotografía Diego Bonacina, invitan al espectador a reflexionar al recorrer el espacio casi en primera persona. De esta forma, Aldo Francia permite observar el retrato de una realidad desprotegida, desde un punto que busca no intervenir el espacio y contexto en que se filma.
Tal como muchos relatos del Nuevo Cine Latinoamericano, acá podemos ver claras referencias e influencias de la corriente cinematográfica europea denominada Neorrealismo italiano, por ejemplo, en aspectos como la ya mencionada utilización de actores aficionados locaciones; y la búsqueda por develar los dramas del espacio social, sin duda, su mayor impronta. Sin embargo, Aldo Francia, documentalista de oficio, no prioriza en esta película un relato de estructura narrativa tradicional, como sí lo hacían las películas del movimiento europeo, sino que vemos una forma descriptiva y más contemplativa, que pone énfasis en el naturalismo y no en la puesta en escena.
Con una estética sobria y contenida, “Valparaíso, mi amor” nos habla de la pobreza y el desamparo. Cada personaje de Aldo Francia representa la magnitud de la desigualdad y la injusticia social, y la ciudad de Valparaíso -que es como un personaje más del filme- refleja en sus calles la palpable y oculta precariedad con la brillantez de un cine sobriamente expresivo.
Lo que la hace única es que permite un acercamiento a la realidad de una sociedad poco equitativa a través de la construcción fílmica, pese a que el director no busca relatar un drama tradicional, es su aspecto observacional y descriptivo, cercano al documental, el pilar de su valor.
Valparaíso, mi amor es una película conservada en la Cineteca Nacional de Chile (Archivo Cineteca Nacional de Chile), disponible además en su Archivo Online.
https://www.cclm.cl/cineteca-online/valparaiso-mi-amor/
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