El panorama actual del documental nacional ha abierto caminos hacia la reflexión del cotidiano, a través de puntos de vista que confluyen en el espacio social como eje del relato. Así, encontramos títulos recientes que permiten hacer lecturas de conflictos dramáticos minimalistas, en los que la observación de las historias constituye el pilar de cada obra.
Bajo esta mirada se encuentra la agrupación MAFI (Mapa Fílmico de un País), casi como paradigma en la utilización del lenguaje documental, con dos películas estrenadas, Propaganda (2015) y Dios (2019), el colectivo fundado el 2011 busca generar un acto reflexivo en torno al cotidiano, invitando a experimentar el “detenerse a mirar”. Destaca también Maite Alberdi, cineasta que con tres largometrajes estrenados, El Salvavidas (2011), La Once (2014 y Los Niños (2017), quien ha encontrado en el campo cinematográfico lugar desde donde una develar interpretaciones, conflictos y motivaciones del ser humano.
El Salvavidas, ópera prima de Alberdi, presenta a Mauricio, un joven salvavidas que ejerce su oficio en un balneario del Litoral Central, y que debe lidiar con el heterogéneo universo humano de la época estival. La playa, como contexto y territorio, es el lugar donde bañistas, comerciantes y salvavidas confluyen para establecer un relato sobre el imaginario veraniego.
Mauricio es el protagonista de un retrato sociocultural en el que Alberdi propone una mirada de lo transitorio, con personajes mínimos que deambulan y relacionados entre sí. La cámara se sitúa encuadrando las diversas miradas y universos que Mauricio va conectando desde su labor y compromiso con su oficio.
Aquí donde surge uno de los tópicos desarrollados con mayor profundidad: a través de Mauricio se propone una particular mirada del rol preventivo del salvavidas, quien se mantiene alejado del mar para evitar accidentes (idea que el personaje del pequeño Lucas de ocho años, le escucha con atención a lo largo del documental). Así, la cineasta centra la narración en el recorrido constante del protagonista.
EL rol del salvavidas permite visibilizar el conflicto entre decir y hacer. Jean Pierre, otro salvavidas del sector, representa, por su parte, otra cara del oficio: irresponsable y altanero, logra protagonizar y alcanzar lo que Mauricio no busca ni quiere realizar, pero tampoco le permite alcanzar lo que su colega posee: reconocimiento y respeto.
La utilización del lenguaje cinematográfico son clarificadoras para comprender el punto de vista de esta obra y el lenguaje autoral de Alberdi, por ejemplo, al situar completamente el encuadre en los personajes y su interacción con la arena y no en el mar, el que tiene una lejana presencia que se remite a la construcción sonora fuera de campo. Esto permite al espectador tener una relación con el agua similar a la de Mauricio y en contraposición a la de Jean Pierre, es decir, constante y esencial, pero a la vez lejana y esquiva.
En definitiva, El Salvavidas es la experiencia de la observación. Alberdi retrata la mirada de su protagonista desde lo cinematográfico y las herramientas del documental: la visualidad contemplativa, la lejanía del artificio y la espontaneidad de la narración. Mauricio, el salvavidas, deambula entre la diversidad de su oficio, develando apariencias, relaciones y autenticidad. Esta multiplicidad de visiones que el filme rescata, dirigen hacia la principal discusión: qué nos identifica, cómo nos mostramos socialmente, qué aparentamos y qué hablamos de los demás.
Puedes ver "EL SALVAVIDAS" de manera online y gratuita en el siguiente link:
https://ondamedia.cl/#/player/el-salvavidas
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