Las manifestaciones relacionadas a demandas sociales han sido fuente de inspiración constante para la creación cinematográfica contemporánea en nuestro país. Desde relatos de ficción hasta –naturalmente- el ejercicio documental, diversas han sido las producciones y miradas a un Chile que históricamente al debe en derechos mínimos, y una sociedad que ve la profunda necesidad de canalizar el descontento de manera colectiva en el espacio público.
Así, es posible encontrar obras que retratan distintos momentos de nuestra historia reciente: la lucha en dictadura por el retorno a la democracia (“Hoy y no mañana”, “La ciudad de los fotógrafos”); la llamada revolución pingüina del año 2006 (“La isla de los pingüinos”) o el movimiento estudiantil de 2011 (“El vals de los inútiles”, “Movilizados”). Hasta el momento, este último es el más convocante desde el régimen totalitario de Pinochet.
“Ya no basta con marchar” (2018), película dirigida por Hernán Saavedra, viene a conformar el eslabón cinematográfico más reciente en retratar este proceso de manifestación social de comienzos de la década de 2010. Su estreno está, sin duda, algo desfasado de la vorágine que significó aquel instante, el cual tuvo un importante impacto mediático y social hasta el año 2014, aproximadamente. Sin embargo, siempre son necesarios estos ejercicios de representación para la construcción de nuestra memoria histórica, ayudando también a ver en perspectiva procesos como el que vivimos el día de hoy.
La película plantea una interesante mirada hacia el movimiento estudiantil a través el lenguaje documental, poniendo Saavedra el acento principal en el elemento performático que explotó durante este periodo, es decir, las diversas manifestaciones artísticas surgidas de forma espontánea en el espacio cívico, y que ayudaron a visibilizar las demandas entre la ciudadanía chilena e incluso dándolas a conocer en el extranjero, teniendo ecos en distintos medios del mundo.
Bajo esta elección, el cineasta estructura la cinta desde una mirada expositiva, en que son las y los estudiantes quienes narran sus propias experiencias en torno a estas llamativas intervenciones. Saavedra marca distancias del formato “documental político” de corte referencial, estableciendo más bien una puesta en valor de la profunda lectura que muchos jóvenes hicieron de la problemática.
La agudeza e impronta con la que es sector universitario buscó una vía para significarse, logran generar en el espectador del filme una clara idea de sus motivaciones. Estas se dirigían principalmente a romper la monotonía de las marchas tradicionales a través del uso del cuerpo como herramienta de expresión, buscando interpelar directamente a los actores-ciudadanos con sus demandas. Políticos, medios de comunicación, transeúntes e incluso los mismos manifestantes fueron los interlocutores a quienes estos jóvenes intentaron remecer, para dar una mirada reflexiva sobre la problemática principal: educación gratuita, de calidad y sin fines de lucro.
Hernán Saavedra logra encontrar ciertos puntos que aúnan las miradas de sus personajes principales (estudiantes de carreras artísticas en general), a quienes la cámara sigue en sus recorridos performáticos por las calles de ciudades principales. Acciones artísticas como el baile afrodescendiente, el uso paródico del universo evangélico, la corrida de 1.800 horas por la educación, mendigar por la educación o “Thriller” por la educación, rompían con el imaginario delictual sobre las/os manifestantes difundido a través de los medios masivos y validado por el Estado. De esta manera, los jóvenes buscan mostrar que la violencia proviene predominantemente de la fuerza policial y el aparato estatal.
Aquí es donde la obra encuentra sus momentos más conmovedores, cuando a través de un montaje progresivo en que vamos conociendo cada testimonio, comprendemos el trasfondo de cada intervención. Momentos que, en palabras de sus propios protagonistas, no son suficientes para generar un cambio sustancial y se pierden en el tiempo, pero sin duda remecen el cotidiano de quienes los observan.
Saavedra permite con su película comprender cómo los jóvenes decidieron, de manera valiente, que ya no bastaba con marchar. Sin embargo, ellas/os mismos son conscientes que tampoco basta con generar la reflexión estética del arte y la vida como única forma de representar nuestras profundas problemáticas sociales (que van más allá del educativo). Pese a esto, y por sobre los objetivos iniciales, generaron imaginarios reflexivos para que ahora comencemos a cambiar el país, continuando con el ímpetu de octubre.
Puedes ver "YA NO BASTA CON MARCHAR" de manera online y gratuita en el siguiente link:
https://ondamedia.cl/#/player/ya-no-basta-con-marchar
Síguenos en nuestras redes sociales como @CentroCulturalSanAntonio y comentemos la película!